Una ciudad fragmentada, una ciudad sin visión
¡Transformar el centro! ¡Hacer ciudad! O será mejor
decir ¡Hacer fragmentos de ciudad!... porque no hay dinero para más. Pero ¿Acaso
es posible hacer más? Sin importar las respuestas que nos den a esta pregunta,
cualquier afirmación tenderá a ser más una excusa, porque la única razón lógica
de una ciudad fragmentada es la falta de una visión de ciudad.
Bogotá carece de un proyecto social que tiene su
correspondencia en la falta de un proyecto arquitectónico urbano. Quizá el
metro no ha sido construido porque refleja la ausencia de una unidad social,
preguntémonos acaso ¿Qué es lo “bogotano”?
¿Acaso es posible construir una idea de “nacionalidad bogotana”? Bogotá, tal
como se nos presente en el siglo XXI es una metrópolis reciente, y su aparente
renovación no es otra cosa que invenciones de proyectos modernizantes sin
visión, no es un asunto de los gobiernos distritales de turno, es un fenómeno de
oquedad social, la modernización en Bogotá es un proyecto quimérico.
La planeación de la ciudad ha consistido en intentar
empalmar, como jugando domino, los diferentes proyectos que han sido concebidos
en la ciudad. Por ejemplo, Transmilenio no creó un espacio propio, simplemente
fue un proyecto que se apoderó de algunas vías principales de la ciudad, así
como en su momento la avenida caracas se convirtió en el gran corredor de
transporte público de la ciudad sobre una vía que ya existía, etc.
Imagen 1.Entrada
del parque Santander en 1870
Fuente: Archivo Alcaldía Mayor de Bogotá
A medida que la ciudad divaga en este camino sin
rumbo, se hacen cosas por todas partes, pero no se hace ciudad. Y en estos
momentos estamos viendo un ejemplo micro de este fenómeno en el centro de la
ciudad. En el centro histórico se están haciendo cosas, pero no una centralidad
cultural. Este es el caso de la Plaza Santander y su relación con el centro
histórico. En esta plaza, que está ubicada entre la carrera séptima y sexta y
entre las calles 14 y 16, recientemente fue terminada una intervención por la
cual fue modificado el empedrado y desplazado del espacio público un conjunto
de sillas y separadores.
Imagen 2.
Panorámica plaza Santander en el 2015
Fuente: Archivo El Tiempo
En su lugar fue instalada una baldosa de tono blanco y
de rugosidad lisa, la plaza Santander ahora parece tener el aspecto de un
centro comercial. Y esa no es la base para realizar una verdadera denuncia. El
asunto es que esta plaza ha quedado como una isla. Tan diferente a todas las
calles que la rodean, esta intervención es muy parecida a la del parque Tercer
Milenio, en el sentido que arrasa con lo viejo y sepulta la memoria, la estatua
de Santander y los árboles tuvieron suerte de permanecer, porque quizá hubieran
tenido el mismo destino que tuvo la capilla del humilladero si la clase
política hubiera considerado que podía hacerse algo mejor allí.
Imagen 3.
Panorámica de la intervención de la plaza Santander desde la esquina
nororiental.
Fuente: Fotografía del blog
Es probable que la eliminación de las sillas
disminuirá el atractivo que tenía esta plaza para los habitantes de calle a la
hora de escoger un hospedaje ocasional al aire libre, y que además, gracias a
los matorrales circundantes ofrecía servicios sanitarios estupendos, fíjense
ustedes la ironía que ciudadanos de muy bajos recursos defecaran a la sombra
del edificio del Banco de la República (el cual queda en el costado sur de la
plaza).
Para que aquella plaza se hubiera convertido en una
letrina y orinal público, en medio de sedes de tan importantes instituciones
(Banco de la República, DIAN, Museo del Oro) debió haber ocurrido un proceso de
olvido y suplantación ¿Por qué tanto
abandono de aquel espacio público? Quizá la falta de cultura cívica en relación
con esta plaza es debido al conjunto de transformaciones (más bien,
violaciones) que la han convertido en un apéndice urbano.
La plaza Santander está vaciada de significado cívico,
quizá ahora, gracias a las noches menos frías de Bogotá y en cabeza de una
nueva generación, los “skaters”
(quienes desde el principio le están sacando provecho a la intervención),
cabría la posibilidad de constituir un uso público, cultural y constante en la
plaza como un lugar de encuentro, a menos que la fuerza pública considere que
la plaza sólo es “un espacio de contemplación”. Pero aun así, hay mucho trecho
entre la apropiación particular de este espacio y la función o el aporte que
hace esta renovación a la “Bogotanidad”,
o por lo menos a la construcción de un proyecto bogotano en el centro
histórico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario