lunes, 8 de agosto de 2016

¿LA CIUDAD SE EXPANDE AL ORIENTE?

A propósito de la construcción de vías en el Oriente y la Conservación de los Cerros Orientales de Bogotá

Imagen 1. Vista del Barrio Egipto. Al fondo los Cerros Orientales.
Fuente: Oleo de Gonzalo Ariza, 1945.

Durante el siglo XX, el núcleo urbano de la ciudad colonial de Bogotá se expandió al occidente, al norte y al sur. Hoy en día podemos describir el perímetro urbano de la ciudad por medio de la figura de arco extendido. Exceptuando algunos casos, podemos afirmar que el perímetro urbano ha crecido ceñido a los cerros. El oriente es la última barrera que le queda a la metrópolis de Bogotá por vencer. Dadas las controversias recientes sobre el déficit de suelo urbanizable, y las propuestas de la segunda administración del alcalde Peñalosa de extraer hectáreas de los ecosistemas protegidos dentro del área urbana para la realización de grandes obras, es pertinente reflexionar sobre las posibilidades de urbanización de los Cerros Orientales y las áreas rurales y ambientales protegidas de aquel territorio.

Algunos dirían que la posibilidad que ocurra un proceso de urbanización intensiva, incluso tenue, no es posible, porque las figuras de protección establecidas en su momento por el Inderena, mediante el Acuerdo 30 de 1976 o más recientemente la Sentencia 2005-00662 del 5 de noviembre del 2013 del Consejo de Estado, tienen en el ojo de la opinión pública a las autoridades ambientales responsables de proteger este ecosistema. Sin embargo, el ordenamiento territorial es producto de una dialéctica entre decisiones estatales y procesos sociales, en el cual los segundos siempre desbordan los cálculos de la planeación.

Al respecto, recordemos que la expansión de Bogotá en las direcciones que ya señalamos no fue resultado de un proceso de planeación ordenado. En cada momento particular, diferentes entidades estatales tomaron la decisión de construir un conjunto de vías e infraestructuras que favorecieron la ocupación y urbanización de territorios que no estaban relacionados con la dinámica urbana. En el occidente, resaltamos la Estación del Ferrocarril de la Sabana y el Aeropuerto de Techo, dos equipamientos conectados por la Avenida de las Américas. Al norte, la construcción de la Carretera Central de Norte y la Autopista Norte. Y al sur, la construcción de la Avenida Caracas, la Escuela de Cadetes General Santander y la Autopista Sur. Este conjunto de vías e infraestructura posibilitaron la urbanización formal e informal en la ciudad.

Hoy, estamos ante un proceso algo más lento, pero similar hacia el oriente. En primer lugar, las vías que conducen hacia los centros urbanos de la Calera y Choachí han favorecido un tránsito continuo y regular de personas que viven en aquellos municipios y trabajan en Bogotá. Por otra parte, la construcción del Corredor Perimetral de Oriente y el mejoramiento de las vías secundarias ha venido aumentando la velocidad de desplazamiento, lo que conllevará al incremento de los precios del suelo y la presión por la urbanización.

Imagen 2. Diseño del Corredor Perimetral de Oriente.
Fuente: Agencia Nacional de Infraestructura (2016).

Otro tipo de fenómenos, como la propuesta de construir un sendero de sur a norte sobre los Cerros nos está indicando la intención de continuar fragmentado la Estructura Ecológica Principal, del modo como en los últimos 70 años ha ocurrido debido a la expansión del perímetro urbano.

Si el conjunto de intervenciones antrópicas continua fragmentando los elementos ecológicos que componen el ecosistema de los Cerros, la pérdida de los servicios ecosistémicos no solo será representativa para el Distrito Capital, sino para la región en conjunto. El problema aquí, no consiste en ver cómo usamos el Derecho o elementos del Ordenamiento para restringir, sino, cómo avizorando el desarrollo de un proceso social, podemos implementar la construcción de un región sin sacrificar los elementos de la Estructura Ecológica Principal.

El problema claramente está en que las entidades encargadas del ordenamiento territorial, o que toman decisiones de ordenamiento no están integradas en una sola mesa intersectorial, las decisiones de conservación y restauración no van de la mano con las decisiones de conectividad, ni con las decisiones de crecimiento urbano. Si la ciudad se expande al oriente, será producto de una fuerza social que el Estado no puede evitar, lo cual nos debe llevar a formular el problema desde una óptica distinta y más integral: ¿Cómo gestionar una expansión ordenada de la ciudad en el oriente sin fragmentar los servicios ecosistémicos que ofrecen los Cerros Orientales?

Alan David Vargas Fonseca

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